El cuidado
como única opción posible.
Para que el alma aletee
mientras el cuerpo, con firmeza,
decida qué,
cómo,
cuándo,
dónde,
sin rendir explicaciones del por qué.
Para sanar el linaje
y abrazarlo
para hacerles saber
que la manada es certeza.
Que solas, nada,
nunca más.
El cuidado
como escuela,
como baile y poesía,
día a día.
Para arrancar años
de acuerdos preconcebidos por el miedo.
Somos cielo.
Inmensidad creando planetas
y lunas
moviendo mareas.
El cuidado
como pregunta y respuesta
ante cualquier desvelo.
Como huella
y única premisa motora
de cuantos nidos habitemos.
No escribo sola.
Son las manos de mis raíces
arengándome a colorear
cada rincón de mi esencia.
Mi primer cuidado.
Materia prima,
condimento indispensable.
Ventana,
pájaro,
hogar.
Elemento y complemento.
El cuidado,
mi nido.
Aquí y ahora.