No estás sola.
Cuando te entran esos pensamientos,
oh, casualidad,
estas avanzando.
Es el vértigo mismo
de ir soltando esos recuerdos
que en tu cuerpo ya no caben,
y los que te hacen dudar de vos
y frenar de nuevo.
Sólo estás aprendiendo
a pedir ayuda.
No estás sola.